Lhasa Apso

Su origen surge en Tíbet. Lleva el nombre de su cuidad de origen, “Apso” que significa “cabra” en tibetano. Durante siglos ha acompañado a los tibetanos que vivían en los monasterios de Lhasa. Se introdujo en los años 20 a través del Reino Unido pero no fue hasta su llegada a Estados Unidos cuando pasó a cobrar una gran popularidad, sobre todo como perro de exposición.
Su cuerpo suele estar cubierto de largos y lisos flecos, pero sobretodo abundantes, rectos y duro. Su larga cola y los flecos lisos le dan un estilo elegante a la hora de caminar. Suelen ser en colores dorado, arena, miel, gris oscuro, pizarra, humo, multicolor, negro, blanco o pardo.
En cuanto al riesgo que corre con contraer o padecer alguna enfermedad, es sobre sus ojos ya que pueden llegar a afectarse por la caída del pelaje directamente a sus ojos, ya que su pelaje suele ser largo.
Los Lhasa Apso deben recibir las vitaminas y minerales completas como cualquier otro perro, aunque con un cuidado y atención ya que su alimentación se reflejara en su destacado pelaje que lo hace llamar la atención. Es un canino muy juguetón y enérgico, fácilmente se adapta al estilo de vida de la familia que lo adopta como un miembro más del hogar familiar, es decir que también se acostumbra al ambiente o sitio donde viva, bien sea en una zona urbana como en una zona rural.
Se debe tomar en cuanto que así como se destaca como compañero guardián, también es un buen protector con su fuerte ladrido ronco que da aviso ante cualquier situación de alerta para proteger a las personas que el considere parte de su entorno. Es por ello que hay que enseñarle y guiarlo firmemente, regularle algunas exigencias.
Esta raza suele ser muy delicada en cuanto al cuidado de su pelaje ya que es aconsejable peinarlo con regularidad al menos una vez al día, ya que con muchos movimientos suele enredarse sus largos flecos.
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