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Harrier

Este perro de origen inglés, muy similar al conocido Beagle, es el perfecto compañero tanto para el cazador profesional como para las familias con niños. Además, gracias al Harrier, cuyos primeros registros de la raza datan del siglo XIII, se puede tener una idea de cómo era cazar en épocas remotas. En las islas británicas, la caza –especialmente la del zorro– era un deporte muy popular entre los estratos sociales más altos. El hecho de que se pudiera seguir la pista al Harrier a pie lo convirtió en uno de los animales preferidos para este deporte, razón por la que la raza perduró hasta nuestros días.

Están construidos de forma muy robusta con huesos grandes para su tamaño. Deben ser activos, bien equilibrados, llenos de fuerza y calidad, con un pelaje tricolor (blanco, naranja y negro), en todos los aspectos que parezcan capaces de trabajar incansablemente, sin importar el terreno, durante largos períodos. Su resistencia y la capacidad de olfato son características particularmente importantes.

En cuanto a dimensiones, el Harrier oscila entre los 48 y los 55 cm de altura a la cruz, con unas hembras que presentan un tamaño inferior. Cuentan con un peso de entre 20 a 27 kg, y una esperanza de vida de entre 12 a 15 años.

Es un perro versátil usado principalmente para la actividad cinegética y en particular especializado en la caza del zorro y de la liebre. Requiere por tanto una gran cantidad de ejercicio (es recomendable que se ejerciten diariamente). En las zonas rurales tienen la posibilidad de salir al campo; por el contrario no se adapta bien a la vida urbana. Su hiperactividad y necesidad de acompañamiento tampoco lo hacen apto para dueños que vivan solos. Son perros habituados a vivir en jauría, feroces en la caza, con una constitución fuerte, muy resistentes, incansables y que disfrutan con el trabajo. En familia son amables, obedientes, tolerantes dóciles, de fácil adiestramiento y tranquilos con otros perros. En caso de hacerlos convivir con otros animales deberán ser controlados y adaptarlos a la vida en común con otras mascotas desde temprana edad.

El Harrier es una raza que por lo general no presenta especiales problemas de salud salvo, eso sí, su propensión a la displasia de cadera y que en sus orejas caídas se acumulen bacterias y hongos debido a la humedad que allí se acumula. Como sucede con otros perros de caza es conveniente que se le realice una inspección periódica después de una jornada en el campo, a fin de descubrir eventuales espigas clavadas o parásitos en la piel o pelos, especialmente deben revisarse las patas y orejas. Atención a las garrapatas ya que pueden llegar a transmitir la piroplasmosis.

El pelaje corto y brillante del Harrier requiere un mantenimiento mínimo. Un cepillado semanal con un cepillo de cerdas suaves o un guante de caza ayudará a eliminar la suciedad y el pelo suelto y mantendrá al perro con su mejor aspecto, y un baño ocasional (usando un champú suave) puede ayudarlo a evitar que tenga mal olor.

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