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Artrosis

Es una enfermedad degenerativa crónica que afecta a los huesos y a las articulaciones. Causa dolor y una reducción de la flexibilidad de las articulaciones. Puede afectar a cualquier articulación del perro, pero es más común en las articulaciones de la rodilla, carpo (muñeca), codo, cadera y columna vertebral. Es una enfermedad que no tiene curación, sólo tratamiento paliativo para aliviar el dolor que causa, y para reducir la inflamación de los tejidos afectados.

Puede afectar a cualquier perro independientemente de la raza y la edad, aunque es mucho más común en perros de razas grandes y perros adultos o mayores. Al tratarse de un proceso degenerativo y crónico, lo mejor es interrumpirlo cuanto antes mejor, aunque muchas veces cuesta identificar la artrosis en sus fases iniciales. Cuando un perro sufre un golpe o torcedura, pasa de estar sano y sin dolor en los huesos y articulaciones a sufrir inflamación y dolor en cuestión de minutos, y esto se refleja de manera obvia en forma de cojera. Sin embargo, el dolor de aparición progresiva puede no ser evidente hasta que se alcanzan niveles de degeneración articular importantes. Además, la percepción del dolor es altamente subjetiva, por lo que dos perros con una lesión similar pueden manifestar síntomas muy distintos. Y, como suele ser más común en perros de edad avanzada, muchas veces se da por hecho que los cambios en la marcha y la agilidad del animal son una consecuencia normal de la edad, y no se contempla como una enfermedad degenerativa.

Los síntomas más habituales de la artrosis en los perros son el letargo, la cojera, el entumecimiento de las articulaciones, la reticencia al movimiento, muestras de dolor al tocarlo, signos de agresividad al intentar palpar zonas muy doloridas, e incluso jadeo o ladridos sin causa aparente. Es decir, la artrosis causa síntomas propios de las estructuras a las que afecta, los huesos y articulaciones, pero también cambios en el comportamiento del animal. Hay una serie de causas que multiplican las posibilidades de que un perro padezca esta enfermedad ósea-articular, como lo son el envejecimiento, el tamaño del perro y el sobrepeso u obesidad.

El tratamiento tiene como objetivo reducir la inflamación y el dolor, frenar el progreso de la enfermedad y favorecer la recuperación de la movilidad de las articulaciones. Para ello se utilizan medicamentos (analgésicos y antiinflamatorios), y se recomiendan una serie de ejercicios activos, como paseos tranquilos o nadar en la playa, y también ejercicios pasivos mediante fisioterapia.

Los huesos y las articulaciones, además del movimiento del perro, soportan el peso de su cuerpo. Si el peso es excesivo, se acelera su desgaste y aumenta la posibilidad de sufrir artrosis. El control del peso del perro es fundamental en estos casos. Si sufre sobrepeso u obesidad, se deberá someterlo a un tratamiento dietético para frenar la progresión de la enfermedad. Un elevado porcentaje de los perros, que sufren artrosis y sobrepeso al mismo tiempo, dejan de tener cojera con un simple programa de adelgazamiento para conseguir una condición corporal ideal. Por lo tanto es muy probable que, además de los medicamentos y ejercicios, el veterinario recomiende la ingesta de una alimentación o dieta terapéutica que ayude a controlar su peso. Además, existen dietas terapéuticas que incorporan ingredientes funcionales que ayudan a frenar el desgaste de las articulaciones, así como antioxidantes naturales que contribuyen a reducir la inflamación de sus articulaciones.

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