Sordera

El oído del perro está mucho más desarrollado que el de los seres humanos, pues su capacidad auditiva alcanza los 60.000 Hz, cuando el hombre sólo es capaz de percibir los sonidos a 20.000 Hz. A pesar de este privilegiado sentido, es posible que el perro sufra sordera en algún momento de su vida. La sordera en perros viejos, definida como la incapacidad total o parcial para oír, es un problema bastante frecuente, sobre todo en perros de edad avanzada. Existe, sin embargo, la sordera congénita y hereditaria, que se produce cuando el cachorro nace con este problema, o lo sufre durante sus primeras semanas de vida. Hay más de 20 razas predispuestas a padecer este problema, desde el Dálmata al West Highland White Terrier, pasando por Caniches miniatura y el Maltés. Muchas de estas razas tienen el pelaje blanco o moteado. En estos casos, el problema se detecta a edades tempranas, cuando el cachorro no responde a los sonidos del entorno.
La causa más común de sordera en perros es la incapacidad para conducir el sonido hacia la parte interna del oído. Las otitis agudas con presencia de secreciones, estrechamiento del conducto auditivo por otitis crónicas, presencia de tumores o cerumen en el conducto auditivo, roturas de tímpano, o la degeneración de los huesecillos del oído, son alguna de las causas. En todos estos casos, el perro deja de responder a su nombre, hace caso omiso a los ruidos que se producen en su entorno, no se despierta ante la presencia de ruidos, o no responde a los estímulos de juguetes sonoros. Si el problema afecta a un solo oído, puede ser más difícil de identificar. Las otitis agudas son la causa que suele detectarse con mayor facilidad. El perro se rasca los oídos, sacude la cabeza con mucha frecuencia, le duelen los oídos, y puede llegar a ser evidente la presencia de secreciones, mal olor debido a éstas. También es posible que el perro, incluso, tuerza la cabeza.
Sin embargo, el engrosamiento de las paredes del conducto auditivo, y el consecuente estrechamiento del propio conducto, o la rotura del tímpano, no siempre son evidentes a simple vista. Por ello es muy importante acudir al veterinario siempre que se observe alguno de los síntomas asociados a la otitis aguda, o si el perro deja de responder a los estímulos sonoros. El veterinario realizará una inspección exhaustiva del oído, palpándolo y visualizando todas las estructuras con ayuda de un otoscopio, y puede que sea necesario que obtenga muestras, en caso de observar secreciones o tumores. Si el conducto está muy inflamado, se identifica dolor o la presencia de un objeto extraño, será necesario sedar al perro.
Otra causa menos habitual de sordera es la afectación del oído interno. Sin embargo, como esta estructura está íntimamente relacionada con el órgano del equilibrio, suele ir acompañada de síntomas muy evidentes como el ladeo de la cabeza, vértigo, movimientos oculares, y otros. Los animales expuestos a sonidos fuertes y reiterativos, también pueden sufrir una degeneración del oído interno o medio. Es algo común en perros de caza, como consecuencia de la acumulación de pequeñas lesiones producidas por los disparos. Con menos frecuencia encontramos causas neurológicas y tóxicas. Las neurológicas, incluyen la presencia de otras enfermedades o tumores, tanto en los nervios que transmiten la información sonora hacia el cerebro como en el propio cerebro. El virus del moquillo, o una meningitis, son posibles causas de sordera en perros.
Muchas sustancias pueden ser directamente tóxicas para el oído. Los metales pesados y contaminantes del agua como mercurio o arsénico, causan lesiones en el oído interno. Existen algunos antibióticos y fármacos, empleados en quimioterapia, que pueden producir alteraciones en el oído del perro y sordera. A veces, la sordera se manifiesta unas semanas o meses después de haber realizado el tratamiento. Pero también hay productos antisépticos que a veces se utilizan para limpiar el oído, o algún componente de las gotas usadas para el tratamiento de las otitis infecciosas, que pueden causar sordera temporal o permanente en perros especialmente sensibles.
Lo que requiere un perro sordo es compresión y mucho amor, además de paciencia. Al acercarse a él, por ejemplo, hay que tratar de hacerlo siempre de frente, para no sobresaltarlo. Si la audición no se ha atrofiado por completo, llamar al perro utilizando palmados o algún otro sonido grave, hasta que se habitúe a responder a este sonido. Fuera de casa es indispensable ser sumamente cuidadoso, pues el can no estará capacitado para detectar sonidos que le advierten sobre peligros que se acercan. Siempre que salga a pasear se debe colocar la correa al perro y no dejarlo libre en sitios poco seguros, muy concurridos o donde pueda correr y escaparse.
Por otro lado, es recomendable entrenar al perro de la misma forma que se haría con uno que pueda escuchar, solo que en lugar de sonidos para los comandos se puede utilizar señas y gestos con la mano. Como forma de prevención, además, es una buena opción ponerle un collar con placa que no solo indique el nombre del perro y los datos de contacto del dueño, sino que también incluya la palabra “Sordo”. Agregar un cascabel al collar, para que sea sencillo saber dónde está el perro en todo momento.
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