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Demencia Senil

El envejecimiento comporta cambios progresivos e irreversibles en los órganos del cuerpo, incluyendo el cerebro, que pueden causar alteraciones en el comportamiento de los perros. La demencia senil es un trastorno que afecta con cierta frecuencia y normalidad a perros muy longevos y es una enfermedad que también se presenta en los seres humanos a medida que éstos envejecen. La demencia senil es una disfunción cognitiva, lo que puede traducirse del siguiente modo: el perro empieza a perder su capacidad de razonar.

Los síntomas de la demencia senil en perros también se pueden observar en otras patologías de muy distinta índole, por lo que sí manifiestan alguno de estos indicios se debe acudir de forma urgente al veterinario. Las conductas del perro senil son las siguientes:

  • El perro no se orienta bien en el espacio, se pierde en lugares que le son familiares, no puede sortear obstáculos y camina hacia el lado erróneo de la puerta (intenta salir por la bisagra).
  • Disminuye su respuesta a distintos estímulos, se observa pérdida de interés y no disfruta del contacto humano, aunque por el contrario también puede desarrollar una conducta de gran apego.
  • Presenta la mirada perdida y camina sin ningún objetivo concreto.
  • Se muestra inquieto y agitado, duerme durante el día y deambula durante la noche.
  • Tarda en responder o no responde a órdenes, tarda en reconocer a familiares.
  • Muestra cambios en el apetito.
  • Empieza a realizar sus necesidades dentro de la casa.
  • La atención veterinaria es imprescindible, el facultativo realizará una exploración conductual y física completa que permitirá verificar el diagnóstico de demencia senil o síndrome de disfunción cognitiva. En el caso de confirmarse el diagnóstico hay que aclarar que la demencia senil no tiene cura, pero es posible paliar su sintomatología para mejorar la calidad de vida del perro anciano. El propietario tiene mucho que determinar en el tratamiento de la demencia senil, ya que el uso de fármacos está reservado para aquellos casos en los que la degeneración no sea grave, ya que de no ser así, la respuesta al tratamiento farmacológico puede ser prácticamente nula. En el caso de que el veterinario decida prescribir un tratamiento farmacológico generalmente recurrirá a los siguientes fármacos:

  • IMAO (Inhibidores de la Mono Amino Oxidasa): Este grupo de fármacos, al inhibir esta enzima, reduce la acción de los radicales libres, lo que ejerce una función neuroprotectora.
  • Ginko Biloba: Es el tratamiento más natural ya que se trata de un extracto vegetal que mejora la irrigación sanguínea al cerebro y con ellos las funciones de cognición.
  • Nicergolina: Este principio activo aumenta el flujo sanguíneo al cerebro y disminuye la liberación de radicales libres, lo que también ejerce un efecto neuroprotector.
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